Hace un tiempo en la prensa apareció: el tripartito pretende aumentar a través de un proyecto de ley las ayudas a las grandes centrales sindicales, posiblemente con el dinero arrancado a ZP en secretas y nocturnas negociaciones estatutarias. Lo que hace buena la divisa: compra y vencerás
No importa que en lontananza se perfilen reformas en el mercado laboral que abaraten sustancialmente la indemnización por despido improcedente si te has sabido granjear la simpatía de las cúpulas sindicales.
Una buena manera de desbrozar el camino es condecorar a los secretarios generales, como hizo Ómnium Cultural, entidad subvencionada con dinero público hasta las cachas, con José María Álvarez, ese buen hombre con pinta de cabo primera de la tropa indígena al servicio de la clase dirigente y cuya ejecutoria respecto del nacionalismo y de la supeditación de las reivindicaciones laborales a la cohesión nacional recuerda un poco las subalternas artes de la remonta.
Ante semejante anuncio:
¿Qué dirigente sindical tendrá bemoles para evitar desarrollar el Estatut a pesar de las barreras que establece en el ámbito laboral, por ejemplo, obstaculizando el libre tránsito geográfico no de capitales, inmunes a las identidades nacionales y a los niveles de conocimiento lingüístico, pero sí de trabajadores?
¿O por las trabas que impone a la deseable promoción profesional de aquellos que no se manejen en el nivel idiomático requerido?
No obstante, llueve sobre mojado.
El mundo sindical en Cataluña ya ha sido anestesiado tiempo ha por el emoliente bálsamo nacionalista. Es uno de los pocos lugares del mundo donde las organizaciones sindicales acuden a las manifestaciones con sus logotipos y siglas inscritos en las banderas patrias.
Y al final de sus concentraciones, un servidor ha asistido a alguno de esos actos, transidos de emoción los dirigentes que cortan la pana entonan con himnódica emoción los versos sagrados de Els Segadors.
La burguesía nacionalista dice: los tenemos amaestrados, sonriendo por lo bajini. Para algunas de esas cúpulas sindicales su estatuto es el de los trabajadores, pero sólo relativamente y como con cierta desgana.
Para nuestra revolución es tarea prioritaria sustituir la lucha de clases por la cohesión nacional, uniendo bajo la misma bandera vertebradora al patrón y al operario. Son palabras de Moeller Van de Bruck, autor del ensayo Das Dritte Reich, editado en Hamburgo en 1923, una de las elaboraciones teóricas fundamentales del nacional-socialismo. Aquí ya lo han logrado.
Juan José Román
Coordinador de la Agrupación de Baix Nord/Anoia